Teleliderazgo - equipos productivos trabajando a distancia.

Esta semana estaba estudiando con mi hijo mayor. En su clase de Español por Zoom estudiaron las raíces griegas. “¿Qué significa tele?” - le pregunté. “¿Tiene que ver con comunicación?” - me contestó. No. Resulta que “tele” significa distancia. Televisión es una visión distancia. Claro, porque estás viendo algo que ocurre en otro lugar, en comparación con un teatro. Teléfono está compuesta por dos raíces griegas, distancia y sonido. 

Culpamos a la pandemia de enviarnos a trabajar a distancia, teletrabajar, pero lo cierto es que es algo que ocurre desde hace mucho tiempo. Las llamadas telefónicas con clientes y proveedores son un ejemplo. El servicio de comida a domicilio es otro. Todos los procesos logísticos son trabajos a distancia. ¿Por qué nos está costando entonces este cambio? ¿Por qué algunos se quejan tanto del teletrabajo? Por supuesto que todo cambio, por definición, encuentra resistencia. Así funciona nuestro cerebro, se protege de lo diferente. Pero independientemente del miedo natural al cambio, ¿qué tiene el teletrabajo que ha causado incomodidad, ansiedad y preocupación en muchos? 

Son dos, en mi opinión, los factores. La necesidad de romper viejos paradigmas y creencias sobre la productividad, y la necesidad de líderes abiertos a trabajar libres de esos paradigmas. Necesitamos crear el liderazgo a distancia, el “teleliderazgo”. ¿Es posible? Por supuesto que sí. 

Mi primera experiencia con teletrabajo sistemático fue hace unos 15 años, cuando inicié mi maestría. Los profesores insistían en que hiciéramos trabajos en grupo y eso implicaba un problema logístico para estudiantes que trabajaban tiempo completo y muchos que además atendían un hogar, como era mi caso. La mayoría resolvían esto con largas reuniones de noches sin sueño que sacaron canas y levantaron polvorines en más de un hogar. Yo tuve una suerte distinta. Mi grupo de trabajo era gente creativa dispuesta a romper paradigmas y con una mentalidad muy, muy pragmática. Mi tipo de gente. 

Sólo teníamos correo electrónico. Nada de Zoom, nada de chats, nada de smartphones. La dinámica era muy sencilla: al finalizar la clase nos quedábamos una media hora mas analizando la asignación. Luego cada uno decidía, de acuerdo a su experiencia o su preferencia, la parte del trabajo que resolvería. Se asignaba un “compilador” del trabajo que generalmente rotaba en su puesto. Este estaba encargado de “ensamblar” las partes y enviarlo con tiempo al equipo para revisión y eventuales ajustes. Se asignaba una fecha límite para que cada uno hiciera su parte. Listo, nos hablamos en una semana. Y funcionó muy bien. ¿La clave? Confianza. Mucha mucha confianza. No hubiera podido ser así si dudáramos de nuestras capacidades o de nuestro compromiso, o si aluna de las dos fallara. 

Es exactamente lo que se requiere para lo que estamos viviendo en este momento. Las grandes preguntas que debemos hacernos son estas. Sin resolverlas, no avanzaremos a liderar equipos efectivos a distancia. 

1. ¿Qué tanto confías en tu equipo? 

Porque no vas a poder controlarlo. Esta es una prueba de fuego para ver si tienes a la gente correcta, por sus habilidades y por su compromiso. Si estás incómoda(o) porque sientes que tienes que hacer de policía, la señal es clara. ¿Tienes gente capaz de autogestionarse? ¿Saben lo que están haciendo y lo hacen de forma excelente? ¿O más bien eres de los que creen que todo tiene que pasar por tus manos para asegurarte de que está bien hecho? Si es así, ¿para qué tienes equipo entonces? El voto de confianza no sólo motiva, sino que acelera resultados. 

2. ¿Qué tan claros están tus objetivos para el equipo y sus miembros?

Trabajar a distancia es, por definición, trabajar por objetivos. No importa si lo hiciste en tres horas o tres minutos, vestido de traje o en pijama, a la hora del almuerzo o a la media noche. Cumpliste o no cumpliste, es así de simple. Saber hacia dónde vamos, qué queremos alcanzar y en qué tiempo. Claridad, flexibilidad, creatividad y resolución de problemas son habilidades clave en este entorno de trabajo. 

3. ¿Cómo es tu estilo de comunicación? 

¿Sabes pedir lo que necesitas y lo que esperas de otros? Cuando alguno de los dos, expectativas o necesidades no se cumplen, ¿cómo lo comunicas y cómo enderezas el barco? Las reuniones de horas para discusión de opiniones no son efectivas. Pero eso ya lo sabes. Tu reto está en tener la claridad suficiente para comunicar lo que necesitas de tu equipo y promover en ellos conversaciones abiertas, directas y honestas. 

4. ¿Cómo vas a crear espacios de motivación? 

Los seres humanos somos sociales y emocionales. Creamos lazos y trabajamos mejor cuando somos amigos. También hacemos amigos cuando trabajamos juntos. Está en nuestra naturaleza. El teleliderazgo enfrenta el reto de crear estos espacios donde se cultivan la empatía, la diversión y el conocernos mejor. Eso también construye confianza. 

5. ¿Cuáles paradigmas y falsas creencias debes derribar?

A fin de cuentas, esta es la base del problema. Tu capacidad para el cambio están en tu capacidad para pensar, sentir y actuar diferente. Son muchas las ideas preconcebidas que tenemos de lo que debe ser un espacio productivo o de qué es lo que nos hace productivos. Vas a tener que reconstruir todas esas ideas. Esta reconstrucción de la productividad es lo que trato a fondo en mi libro Fluye. 

La efectividad de tu trabajo no tiene que ver con la cantidad del tiempo que le dediques ni con el lugar desde donde lo hagas. Trabajar a distancia no implica que van a engañarte o “robarte tiempo”. Si quieren engañarte lo harán, con la compu en a casa o en la oficina. El cambio de mentalidad implica dejar de pensar en tus colaboradores como gente a la que pagas por su tiempo para convertirlos en gente a la que pagas por su valor, por lo que agregan a tu organización. Y a la vez, tener claro cuál es el valor que tú agregas. 

Soy amante del teletrabajo. Tiene muchas bendiciones, empezando por el tiempo que te ahorras en el ya más que caótico tráfico de nuestras urbes modernas. Das un respiro a la Tierra y es maravilloso poder hacer ejercicio en la mañana con esa hora extra que tendrías que invertir en el carro camino a la oficina. Las herramientas tecnológicas nos permiten estar más cerca y el flujo de la información es ahora no sólo más rápido, sino también más efectivo. 

Por supuesto que extrañamos el contacto físico, tan real, tan tangible, tan humano. Claro que extrañamos los espacios separados y sagrados de familia, descanso y trabajo. Pero ahora te pregunto, ¿necesitas una separación física de cada uno o más bien tienes una necesidad de delimitar y balancear correctamente tu tiempo? 

Somos seres integrales, no funcionamos por “compartimentos”, nuestra felicidad se compone de muchas y muy complejas variables. Liderar a distancia requiere entender esto y traducirlo en una nueva forma de ser productivos dentro y fuera de las organizaciones.